EE.UU.

La CIA metió la cola


La Agencia Central de Inteligencia (CIA) y también sectores del propio Departamento de Estado parecen decididos a disipar rápidamente las expectativas latinoamericanas de que se producirían cambios significativos en las relaciones de la región con los Estados Unidos, a partir de la asunción del presidente Barack Obama.



(27/02) EcuPres - Por Oscar J. Serrat - Hubo, a partir del 20 de enero, cuando ingresó en la Casa Blanca el primer mandatario afroamericano, una serie de pronunciamientos y actitudes que parecían anticipar un cambio de enfoque, en comparación con las actitudes intervencionistas e imperiales de previos gobiernos norteamericanos, tanto republicanos como demócratas. Pueden mencionarse el cierre del campo de concentración instalado por los Estados Unidos en pleno suelo cubano, en la base de Guantánamo, la aparente intención de avanzar hacia el levantamiento del bloqueo a Cuba y actitudes críticas hacia el presidente Alvaro Uribe, el latinoamericano predilecto del ex presidente George W. Bush, por las descaradas violaciones a los derechos humanos que se producen en Colombia contra el movimiento sindical y sectores de la oposición

Sin embargo, hubo esta semana algunos hechos concretos que han puesto nuevamente en tela de juicio la “nueva relación” prometida por Obama.

Leon Panetta, nuevo director de la CIA designado por Obama, mencionó en un informe oficial a la Argentina, Bolivia y Venezuela entre los países que podrían ser “desestabilizados” por la actual crisis mundial generada por los Estados Unidos, dentro de una nómina que también incluyó nada menos que a Rusia y China.

Panetta aclaró que la CIA, a pedido de Obama, elaborará periódicos informes de “inteligencia económica” para mantener informada a la Administración, que servirán al gobierno para tomar decisiones.

Cabe preguntarse si el informe reflejó “información dura”, como les gusta decir a los estadounidenses, o simples “expresiones de deseo” de neto contenido político. Es que mister Panetta no incluyó en su nómina a países considerados por los expertos económicos como los más vulnerables ante la crisis, como por ejemplo México y Colombia, dos de los más firmes aliados de Washington en la región, ni a algunos países centroamericanos que ya están experimentando crecientes penurias por la debacle financiera mundial.

La reacción del gobierno argentino, por precisas instrucciones de la presidenta Cristina Fernández, fue rápida y contundente.

El canciller Jorge Taiana citó para que diera explicaciones al embajador en Buenos Aires, Earl Anthony Wayne , al tiempo que calificaba el informe de la CIA de “irresponsable e infundado, que no muestra el respeto ni la madurez que deben tener las relaciones entre los países”, al tiempo que notificaba sobre la “sorpresa y desagrado” que generó en el gobierno argentino.

“Consideramos el informe como una inaceptable injerencia en los asuntos internos de la Argentina . Y peor aún por venir de una agencia (la CIA) que tiene una triste historia de injerencia” en América Latina, agregó el canciller.

Taiana también señaló la contradicción de que el documento de la CIA “no es la visión que hay sobre la Argentina en nuestros diálogos con representantes del Departamento de Estado y numerosos miembros de los dos partidos mayoritarios en las cámaras de Representantes y del Senado de los Estados Unidos”.

La CIA también está dando que hablar, y mucho, en Bolivia. El presidente Evo Morales, cuyo país también está mencionado en el informe de Panetta, acaba de denunciar “una gran infiltración” de la central de inteligencia estadounidense en la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y en la Policía Nacional del país del altiplano.

“Si algún funcionario de la Embajada (de Estados Unidos) dice que no hay ninguna infiltración, que me diga públicamente quién es Francisco Martínez, un mexicano que entra y sale de Bolivia y me diga con quienes se contacta”, expresó Morales.

Evo también hizo referencia al caso del oficial de la policía boliviana Rodrigo Carrasco, recientemente relevado y a quien las autoridades de La Paz consideran vinculado con la CIA.

Refiriéndose a los antecedentes de Carrasco, Morales expresó: “estoy seguro de que ningún general de la policía o de las Fuerzas Armadas ha tenido 21 cursos de capacitación financiados por la Embajada norteamericana, uno en Panamá, otro en Inglaterra, otro en la Argentina y los demás en Estados Unidos. ¿Qué oficial de la Policía podía tener semejantes privilegios?”.

Asimismo, Bolivia y también Venezuela reaccionaron esta semana ante otro informe producido en Washington, esta vez por el Departamento de Estado, en el que ambos países son mencionados negativamente en el tema de la observancia de los derechos humanos. Curiosamente, el informe se produce a pocas semanas de que tanto Evo Morales como su colega Hugo Chávez fueran plebiscitados por sus compatriotas en referendos relacionados con las respectivas constituciones.

“Es una visión inadmisible de la realidad nacional, una simplificación grosera que está políticamente motivada”, declaró en La Paz el viceministro de Coordinación de Movimientos Sociales, Sacha Llorenti.

En una nación en la que el gobierno de Morales está acosado por una poderosa oposición al borde de la insurrección, que controla los medios de difusión y maneja poderosos recursos, el documento del Departamento de Estado menciona “amenazas a las libertades civiles y a la libertad de prensa, uso excesivo de la fuerza en conflictos internos, corrupción y falta de transparencia en el gobierno, discriminación sexual y étnica y trabajo infantil, forzado y en condiciones deplorables”. No aclara, sin embargo, que el denunciado “trabajo infantil forzado” se produce en los departamentos del Oriente boliviano controlados por la oposición, cuyos caudillos están resistiendo, hasta con las armas, los esfuerzos del gobierno de Evo por hacer cumplir las leyes laborales e implementar la demorada reforma agraria.

En el caso de Venezuela, correspondió al canciller Nicolás Maduro salirle al cruce al documento producido por el Departamento de Estado, cuya titular, Hillary Clinton, ya había hecho varias referencias muy críticas al gobierno de Hugo Chávez.

“Ningún Gobierno del mundo puede pretender hacer un informe para inmiscuirse o buscar descalificar situaciones de otros Estados, sobre todo en un mundo donde ya lo que es la condición multipolar, pluripolar del planeta y particularmente la rescatada soberanía latinoamericana y caribeña, hoy no acepta que ningún gobierno del mundo pretenda ponerse por encima de otros Estados”, dijo el canciller venezolano.+ (PE/Mercosur Noticias)

 
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