Libia

Civiles que defender, civiles que asesinar...


Una vez más Estados Unidos con su Presidente Nóbel de la Paz juega cínicamente a la guerra en nombre del humanismo. Una vez más sus cómplices europeos (a los que en este caso se suman naciones árabes) mienten descaradamente sobre lo obvio.

Los humanitarios gobiernos occidentales encabezados por el Premio Nóbel de la Paz, Barak Obama, se dieron a la tarea de salvaguardar la integridad del pueblo libio.
Lo que no lograron descifrar ni explicar es porque consideran “Pueblo Libio” a la población civil alzada en armas contra el gobierno libio y no a los ciudadanos libios que viven en las zonas donde los aviones de la OTAN bombardean como por ejemplo Trípoli.

Lo cierto y real es que hasta el momento al menos un blanco civil fue bombardeado por la aviación invasora y hostil de la OTAN, un hospital, aunque no se suministraron datos de las víctimas que, claro está, no son consideradas civiles ni plausibles de proteger por la organización atlantista.

Además del pacifista Estados Unidos de Norteamérica, también participan Italia y Francia (como los miembros más activos de la coalición) y otros países de profundas raíces democráticas como Qatar, país donde las mujeres no tiene derechos civiles y donde aún rige la esclavitud.
Es curiosa y por lo menos arbitraria la decisión de intervenir en Libia puesto que hechos aún más violentos que los de este país norafricano ocurrieron en otras naciones del continente negro como Yemen y Egipto.

Los fundamentos para esta invasión fueron el bombardeo a blancos civiles por parte de las tropas de Khadafi, aunque estos bombardeos de los que se hizo eco la prensa occidental y la cadena qatarí Al Jazeera fueron desmentidos por el único periodista que estuvo en la zona.

Al frente de las fuerzas levantadas en armas contra Khadafi se encuentra un alto jefe militar que desertó del ejército libio hace casi veinte años y que desde entonces ha vivido en los Estados Unidos recibiendo un sueldo de la CIA. El resto de las tropas insurgentes se compone de civiles descontentos y celulas de Al Qaeda siempre permeables a levantarse en armas contras gobiernos laicos.

Curiosamente Khadafi, a la inversa del resto de los gobiernos que sufrieron movilizaciones de protesta, no mandó comandos paramilitares a la calle a asesinar manifestantes, pero en cambio amenazó con entregar armas al pueblo para sofocar la revuelta.

Lo curioso de todo este triste y cínico enredo protagonizado una vez más por las naciones democráticas de occidente (en este caso aliadas a regímenes teocráticos y totalitarios de la región) es que nuevamente se pone a prueba el nivel de tolerancia a la manipulación por parte de la opinión pública mundial.

La OTAN está asesinando ciudadanos civiles libios para proteger a ciudadanos civiles libios, como si los civiles que viven en las ciudades gobernadas por Khadafi hubieran dejado de serlo o no merecieran vivir.

 
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