Internacional

Dictaduras Trilaterales

*Por Hugo Delgado

Los sectores ultraconservadores del capitalismo mundial están comenzando a sacarse las caretas. El ascenso al poder en sus respectivos países de Lucas Papademos y Mario Monti pone en evidencia que los votos solo se tienen en cuenta cuando sirven a la voluntad de los poderosos.


Los millones y millones invertidos hasta la fecha por los Estados Unidos de Norteamérica en financiar y sostener dictaduras a lo largo y ancho del planeta deberían ser suficiente ejemplo para que nadie dudara de esto, sin embargo el avance de los organismos supranacionales sobre los designios popular en Europa dejan al descubierto que esta práctica no es un monopolio del Gran Hermano del norte, sino del capitalismo en general.

Después de años y años de usar marines, o simplemente cipayos de los países de origen, para imponer gobiernos gentiles para con sus intereses los detentadores de los grandes capitales comienzan ahora a realizar otras maniobras, cuyo laboratorio de experimento parece haber sido la América Latina.

Es que en medio de un proceso que apunta a generar una brutal transferencia de riquezas entre los países pobres y ricos del Viejo Continente, y ante el (aún pacífico y) natural descontento de los sectores más castigados por la violencia de los mercados comienzan a caer los gobiernos elegidos por el voto popular y a ser reemplazados, sin mayores explicaciones por gobiernos de tecnócratas sin representación popular alguna.

La medida es realmente perturbadora y alarmante, sobre todo si se lee la real esencia de la misma, que convierte a la democracia (al menos en la teoría la elección de las mayorías) en una máscara del verdadero sistema de gobierno, la oligarquía.

Los países ricos de Europa, sobre todo Alemania, imponen junto a un grupo de aliados el hambre a las grandes mayorías de los países pobres, a la vez que obligan a sus gobiernos a generar una descomunal transferencia de bienes.

El gobierno alemán es asesorado por los denominados “cinco Sabios”, a saber: Peter Bofingeer, Lars Feld, Wolfgang Franz, Christoph Schmidt y Beatrice Weder di Mauro, de quienes la mayoría de los ciudadanos del mundo no saben siquiera sus nombres. Estos sabios y ultraconservadores señores son quienes deciden cuanto, y sobre todo en que condiciones deben comer los jubilados griegos; que empresas deben venderse y (en el caso griego) llegaron a obligarlos a vender una porción de su país.

La Trilateral, un gobierno sobre los gobiernos

¿Qué tienen en común funcionarios de la tritemente célebre CIA; algunos sires; lores y barones británicos; numerosos ex ministros; ministros; propietarios de medios de importante tirada; el fundador de Goldman Sachs; el Ministro de Relaciones Exteriores de Suecia; el vicepresidente de Rothschild Europe; el Presidente del Comité Olímpico Internacional; un ex Secretario General de La OTAN; el Director de Tata Sons Ltd; el presidente de la Federación Industrial de Tailandia; la Presidenta de la Fundación Hill Gates; numerosos políticos, funcionarios y ex funcionarios y los recientemente impuestos como rectores de los destinos griego e italiano Lucas Papademos y Mario Monti?
La respuesta es simple, todos ellos son miembros de un grupo supranacional de políticos conservadores y magnates industriales y empresariales que lleva por nombre La Comisión Trilateral.

Pero ¿qué es esta comisión?

La Comisión Trilateral es un think-tank creado en 1973 por David Rockefeller, el actual patriarca de la famosa familia y nieto de John David Rockefeller, fundador de Standard Oil, hoy ExxonMobil, la mayor empresa de hidrocarburos del mundo. Su objetivo declamado es fomentar la cooperación entre las naciones industrializadas, compartiendo un liderazgo responsable en el sistema internacional, aunque es sospechado frecuentemente por los seguidores de las teorías de la conspiración sobre un gobierno mundial. Se le relaciona igualmente con el Grupo Bilderberg del que hablaremos en otra ocasión.

David Rockefeller; Henry Kissinger; Peter Sutherland; Georges Berthoin; Paul A. Volcker; John Negroponte; el Baron Jean-Pierre Berghmans; Alfonso Cortina; Mugur Isarescu; El almirante Juhani Kaskeala; Bo Lidegaard; Lord Mandelson; Andrzej Olechowski; Ursula Plassnik; Javier Solana; Emilio Ybarra; Madeleine K. Albright; Sylvia Mathews Burwell; Thomas S. Foley; Robert B. Zoellick; Ricardo López Murphy y Jacob A. Frenkel son solo una apretadísima síntesis del seleccionado de reaccionarios que componen este grupo de presión y construcción de poder (todos ellos muy googleables, desde luego) y sobre la que se puede cortar mucha más tela aún.

Sale democracia entra oligarquía


¿Pero hasta dónde se encuentra amenazada nuestra forma de gobierno actual y dónde comienza la paranoia?
Realmente debemos comenzar a tomar conciencia que este tipo de acciones no son nuevas. Que quienes tienen dinero y poder recurren (y han recurrido) permanentemente a todo tipo de acciones tendientes a perpetuar ese estado de cosas.

Durante décadas los gobiernos usamericanos financiaron y sostuvieron gobiernos tiránicos en su patio trasero (léase América Latina) primero respondiendo a la lógica de defender sus intereses; luego en una supuesta lucha contra el marxismo internacional y últimamente en pos de combatir el flagelo del terrorismo y las drogas.

Ahora bien ¿realmente son esos sus verdaderos motivos?

No fue ningún marxista levantisco admirador del Che Guevara quien dijo que había que había que sostener al Tacho Somosa porque no era “un hijo de puta” sino “su hijo de puta” sino un ‘democrático’ Presidente usamericano.

No fue un Gobernante conservador, sino el ‘primer presidente negro de la historia de los USA’, Premio Nóbel de la Paz para más datos quien hizo un guiño al golpe de estado en Honduras.
La democracia ha sido utilizada por el capitalismo como una máscara a través de la cuál ejercer su poder sin ser cuestionado. Durante años han venido instalando gobiernos de empleados más o menos díscolos, pero empleados al fin y cuando se revelaban (como por ejemplo en Panamá) los barrían de un plumazo y listo.

Hoy estamos ante un brutal avance de quienes manejan los hilos del poder sobre la voluntad y decisiones de las mayorías y ese proyecto se está llevando a cabo en Europa.

En nuestra América mientras tanto florecen gobiernos de corte keynesiano o neokeynesiano que buscan humanizar el rostro del capital, algo que parece hoy insultante para los amos del capital.

¿Hasta cuando lo tolerarán?

¿Podrán nuestros gobiernos resistir sus embates cuando vengan por ellos?

¿Hasta donde se podrá avanzar por este rumbo?

Son todas preguntas sin respuesta en un panorama alarmante que no genera tranquilidad alguna.

 
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